Tengo ya varias semanas experimentando con Linux en su distribución llamada Ubuntu. Decidí volver a trabajar con este sistema operativo (porque en la universidad ya lo había trabajado) no sólo por curiosidad sino por una necesidad real.
Esa necesidad se distribuye entre que deseo ampliarme los horizontes laborales, necesitaba un servidor de pruebas para una página que estoy desarrollando y también, deseaba encontrar alguna actividad adicional que me mantenga ocupado.
Mi experiencia ha sido demasiado agradable. Este sistema operativo no se distinguía por ser el más "amable" o intuitivo con el usuario, en el pasado solía requerir mucho trabajo - o casi todo - a través de comandos, que la mayoría de las veces, eran complicados.
Sin embargo hoy, las cosas han cambiado mucho, y no podría ser de otra manera porque han transcurrido, entre la versión que conocí en la universidad y el día de hoy, nada menos que ¡diez años! Cualquiera que no logre un cambio significativo en ese periodo de tiempo, está condenado a la extinción.
En la mayoría de los casos, la instalación de nuevos programas es sencilla aunque hay excepciones claro, la configuración del hardware es automática (una vez más, en la mayoría de los casos), la interfaz, es decir, la pantalla y todas sus elementos gráficos son muy atractivos, el arranque y apagado son muy veloces comparados con Windows, existe una enorme diversidad de software y lo mejor, ¡la mayoría es gratuito!
Soy un firme creyente de pagar por el software, porque de algo tenemos que vivir los que nos dedicamos a ese tema pero, me parece un absurdo pagar más de 7,000 pesos por un programa que usaremos dos o tres veces al año. Así que en lugar de recurrir a la piratería, mucho antes de eso, la opción es el software libre.
Pues así las cosas hasta el día de hoy, desde ahora recomiendo ampliamente experimentar con Linux sin abandonar Windows, sólo para no apartarse totalmente del mundo.
Los Reyes no me han traído lo que les pedí pero no hay cuidado, les di de plazo todo el año para que lo traigan, pero eso sí, ¡ni un día más! Nadie se burla de Allan García...
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