Hace algún tiempo comenté en Facebook que había decidido convertirme en un experto de las reglas de etiqueta. Mi interés no es reciente, hace ya varios años que me inicié en ese tema pero en los meses pasados, mi deseo de conocer más, se ha incrementado.
Comencé hace varios años leyendo el Manual de urbanidad y buenas maneras de Manuel Antonio Carreño, o como se le conoce de manera coloquial, el Manual de Carreño. Lo que puedo decir de ese libro es que resulta totalmente anacrónico y fuera de todo contexto actual, en vista de que hoy en día, difícilmente encontraremos una carreta en las calles o gente andando a caballo; tampoco se acostumbra que la gente esté sentada en el balcón de su casa (especialmente porque las casas ¡ya no tienen ese tipo de construcción!) y ni hablar de que ya no se encuentran escupideras en las iglesias ni en otros sitios públicos. Seguramente en su tiempo fue muy bueno y quizá las recomendaciones sobre el comportamiento en la mesa se puedan rescatar, pero me parece que ya no debe ser una referencia.
En una opinión muy personal, quien cite hoy en día el Manual de Carreño tratando de impresionar a alguien, lo único que va a lograr es quedar como un tonto ignorante, salvo claro, que la otra persona sea todavía ¡más tonta e ignorante!
Con respecto a las otras fuentes a las que he recurrido, me he encontrado con diferencias y contradicciones entre ellas, aunque es un hecho que son más las coincidencias pero con todo, me parece que esas reglas deberían estar unificadas, para formar un cuerpo de conocimientos único.
En otras entregas detallaré las diferencias que he detectado, las coincidencias por supuesto y lo que yo encuentro como omisiones, después de lo que también he tenido oportunidad de observar o de acuerdo a cierto sentido común.
Así las cosas, todo sea por dejar de ser un naco arrabalero.
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