Durante años fui peor que un animal cuando se trataba de lectura, cultura, estudio y ortografía, entre otras. Buena parte de lo anterior se me quitó cuando ingresé a la universidad en el segundo intento, el primero no me bastó.
Desde entonces - 2003 - me he vuelto un lector recurrente, de hecho la lectura se ha convertido casi en un vicio. Mi ortografía ha mejorado considerablemente, mi afición por el estudio me ha llevado a niveles que se podrían equiparar con los de un ñoño y aunque mi cultura general se ha incrementado, sigo siendo un naco; nadie es perfecto.
Pues mi actual afición por la lectura me llevó por un camino en donde irremediablemente, me encontré con el Gabo, con Gabriel García Márquez. Leí El General en su laberinto y La Hojarasca antes que Vivir para contarla, siendo ésta la que me cautivó y ligó permanentemente al escritor.
Vivir para contarla es una narración autobiográfica tremendamente divertida, El Gabo tiene el don mágico de la narración ligera y llevadera, la facilidad para crear imágenes en nuestras mentes y darles vida, ponerlas en movimiento.
Desde entonces no ha cesado mi apetito intelectual de su lectura, aunque no puedo presumir de ser quien haya leído todas sus obras. Memoria de mis putas tristes fue el libro que siguió a los anteriores y después Cien años de soledad.
Es una maravilla, no por nada esa obra fue la que redondeó todo su trabajo para que lo galardonaran con el premio Nobel de literatura. Ya todo está dicho sobre esa novela y de maneras sumamente precisas, por lo que yo sólo añadiré, que soy una más de las miles y miles de personas que han quedado cautivadas con la genialidad de esa obra.
Aunque no es parte de sus obras, sí es parte de él la biografía que Gerald Martin escribió sobre GGM y en consecuencia, también me di a la tarea de leerla. La historia es francamente conmovedora ahora que se lee en lontananza porque seguramente, en su momento, Gabriel no opinaba lo mismo. Todas las circunstancias que lo rodeaban estaban finamente orquestadas para crear el resultado que ahora vemos en sus libros y al menos por mi parte, creo que sería el deseo de muchos hombres - entre ellos yo - tener a su lado a una mujer con la energía, vitalidad y convicción de Mercedes Barcha.
Todavía me queda mucho por leer del Gabo y lo haré despacio, muy despacio, no quiero que llegue el día en que después de leer todas sus obras me pregunte ¿ahora qué leeré?
¡Viva el Gabo!
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